lunes, 19 de julio de 2010

Tanto pasto...

En mi casa hay muuuuuucho pasto. Mucho. Siempre verdecito y siempre largo... porque tengo un jardinero algo difícil de convencer... siempre llueve y cuando por fin hay solcito, ayyy es tan rico hacer otras cosas... ya se habrán dado cuenta que el jardinero soy yo...

Mi casa está en la pendiente de una loma, por lo que si uno agarra vuelo desde arriba y se va corriendo lo más probable es que caiga rodando cuesta abajo por lo difícil que es chantar el tranco. Imagínen lo que es hacer esto pero a la inversa y arrastrando una cortadora de pasto, que tiene motor de dos tiempos y que se para cada cierta cantidad de metros más o menos luego de ocho pasos porque como está largo el pasto se atora y hay que limpiarla. sad5
Pero a pesar de eso, cuando me decido, es muy entretenido.  


Con tanto lío con esto del pasto, un día Arnoldo dió con la solución, me dijo: 


-Marce!!! ovejas!!!! con tanto pasto, van a estar felices, tú no tienes tanto trabajo y es gratis!!!!
-¿ovejas?.... no es mala idea, así tengo lana!!!! y me puedo hacer un telar y hacer cosas lindas como una frazada!!!

Dicho esto, fuimos por las ovejas. Fue un lío, en que nos vendieran dos ovejitas, en rogarle al señor que me vendiera una bebé o una mamá con su bebé, lo que no hizo finalmente, pero me prometió que una de ellas iba preñada... lo que nunca fue....
Llagamos con las ovejas a la casa, ilusionada con  lo bueno que iba a ser que se comieran ellas el pasto...


Soltamos las ovejas y no alcacé a pestañar cuando las ovejas habían saltado despavoridas el cerco de mi casa y estaban dos parcelas más lejos, al inicio de la loma, en las tierras de mi vecino felices comiendo!!!
Fue casi una burla, sacada de pica, con alevosía, como que me miraban y decían 

_Uyyy qué rico es el pasto de acá!!!

Fuimos donde mi vecino que está al fondo de un camino,  el Pato, (Acá a los Patricio les dicimos Pato). Dijo feliz que nos ayudaba a agarrar a las ovejitas..
Con mis niños nos repartimos cuál comando, Arnoldo por un lado nosotros por otro, para arrearlas hacia su nueva casa... caminamos mucho, sin correr para no espantarlas, pero cuando yo, concentrándome en que percibieran las criaturas que las amaba y que les iba a hacer cariño y no tenían que arrancarse de mí, ..¡¡¡ZAS!!! corrían cuesta abajo hacia el río.

Qué manera de correr ese día... nos costó mucho hacerlas volver, y cuando por fin lo logramos, las tontas se arrancaron nuevamente.
Yo a esas alturas del día  me había convertido en Logística de Guerra. Lo único que me faltó fue camuflarme y pintarme con rayas la cara, porque ya pegaba unas carreras que yo misma me impresionaba, y al llegar al cerco de almabre de púas, no pudiendo saltarlo por arriba, como Arnoldo y el Pato, yo tiraba cuál jabalina mi palo de pastora al otro lado del cerco y acto seguido me tiraba de piquero como en mis buenos tiempos, entre los alambres para salir corriendo con mi palo en mano a perseguir a las ovejas. Debo confesar, que dado a lo que se había convertido el día, me quedaba más que claro que prefería seguir cortando el pasto con la máquina.

Como no estaba dispuesta a perseguir a mis nuevos animalitos por potreros interminables, continuaron su vida atadas con un cabo que a su vez lo sujetaba una estructura de metal. Así las iba cambiando de lado para que fueran comiendo pastito rico.

Ese fue el comienzo de la historia con mis ovejas, Melissa y Sue Ellen. Así las bautizamos. Eran nombres como los de "La pequeña casa en la pradera", por lo tanto lindos para ovejas. Claro, ellas jamás contestaron por su nombre...


Nos fuimos acostumbrando con las ovejitas, todavía recuerdo con tanto gusto cuando Arnoldo por las mañanas abría la ventana de la cocina y les gritaba
_BBBEEEEEEEEEEE!!!!! (Traducido esto en idioma de oveja era Buenos Díaaaasssss!!)
Y las tontonas levantaban sus cabezas y nos miraban intrigadas.

Ahora que lo pienso, quizá nunca se explicaron qué eran esos humanos tan raros que gritaban por las ventanas esos ruidos tan raros...


En fin, el pasto lo sigo cortando yo, o mejor dicho no cortando nunca yo. Las ovejas no sólo no podían con tanto tanto pasto, sino que las frescas se pusieron selectivas, les gustaba comer mis flores....

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Linda historia, pero pensaba capas que un caballo daba mas resultado, aunque si es como el de nuestra chacra que muerde y patea dios mio....

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