sábado, 21 de agosto de 2010

Clases de Artes

Esta no es una historia de mis animales y cosas locas.
Es otra cosa loca que me pasó, pero fue locamente espectacular.

Resulta que por diversos motivos que no vale la pena mencionar ahora, al enterarse de que me gustaba pintar, la Tía Tere, la profesora de mi hijita Emilia  me preguntó si estaría dispuesta a hacer una clase de pintura a los niños.
La respuesta absoluta fue que evidentemente estaría feliz de hacer algo así.
Lo que no sabía la Tía Tere, es que uno de mis deseos no cumplidos era haber hecho una clase a pequeñitos pre-escolares. Siempre me pregunté qué hubiera sido de mi vida si hubiera estudiado Educadora de Párvulos.

Bueno, la historia es que efectivamente llegué el día viernes como me habían citado, con alguna indumentaria como pinturas que he hecho algunos pinceles y cosas que creí que iba a necesitar.
Fue maravillosa la sensación cuando me asomo a la sala para que supieran de mi llegada y veo a la Tía Tere hablándoles a los pequeños, todos ordenaditos sentados en semicírculo frente a los caballetes de pintura, recibiendo instrucciones. Sus caritas eran espectantes. Me sentí tan importante, me esperaban, como si yo fuera una personalidad, la personificación de uno de sus personajes preferidos de Discovery Kids o casi la llegada del viejo pascuero.
Emilia no disimulaba su orgullo, no se contenía, su mamá iba a hacer una clase de Artes.
Los saludé, sus caritas eran de espectación. Me hablaban con tanta ansiedad, me querían contar que ellos serían pintores, se atropellaban para darme sus impresiones, lo que sabían, los colores que conocían, las mezclas.
Les hablé de la naturaleza muerta, ¿por qué está muerta tía? me preguntaban.
Se reían, estaban viviendo un momento feliz.
Lo que ellos no saben es que yo era mucho más feliz.
Les mostré el modelo de naturaleza muerta, un bodegón. Las Tías Tere y Paty les hicieron cerrar lo ojitos para darle suspenso al momento.
Era sólo una botella , un vaso y un par de frutas, pero fue el mejor modelo que pude haber escogido. Era mágico. Ellos iban a pintar una naturaleza muerta.

Luego cada uno en su caballete, con paleta de pintor en mano,se desenvolvieron como sólo lo sabe hacer un niño. Espontáneos, sencillos y asertivos.
Por mientras, mi preocupación era atender las preguntas de cada uno, ver sus dibujos, sus pinturas, sus manitas manchadas, las pinturas volcadas en el suelo, el agua, que tan acertadamente las tías habían repartido a cada uno pero en una cantidad mínima, sino el desastre habría sido mayor...
Fue genial, abrían sus ojitos orgullosos de lo que hacían.
-¿Los podremos llevar a nuestras casas?  _ me preguntaban ilusionados.
- Tía Marcela, ya lo hice, mira....
- Mira tía Marcela, yo hice celeste, ¡hice celeste!

Fueron cosas que descubrieron los pequeños.

Yo descubrí la tremenda paciencia, amor y dedicación que tienen estas tías, que día a día les enseñan a estas criaturitas sedientas de respuestas y de nuevas aventuras.
Creo que es algo que todos sabemos, pero otra cosa, créanme es sentirlo en la piel.
Otra cosa es sentir y escuchar a un niño que no es tu hijo y que pone toda su inocencia y espectativa en algo que admira y espera de tí.
Otra cosa es contestar no a dos o tres, sino a quince o más a la vez y hacerlos sentir que los has escuchado y respondido.
Otra cosa es tomar la conciencia de cómo estas "esponjitas" piden y piden todos a la vez.
Otra cosa es mirarles a los ojos y entender cómo se sienten, cómo gozan y cómo se sobreponen a lo que no les resulta fácil.
Fue una bendición ese día para mí captar sus ojitos.
Fue maravillosa la alegría que tuve cuando me querían besar con tanto cariño.
Fue increíble sentirme escuchada e incentivada por esos niños, de cuatro y cinco años que admiraban algo que yo les venía a mostrar.
Fue una experiencia que no voy a olvidar.
Fuí yo la que al fin aprendió cuando fui a enseñar.
Aprendí cómo tengo que valorar lo que soy, lo que puedo ser para unos ojitos inocentes, entre los cuales también estaba mi hijita.
Aprendí cómo puedo aportar algo, tan sencillo para mí, en dar algo más a todo lo que dan día a día las Tías Tere y Paty.
Me siento profundamente afortunada.

lunes, 19 de julio de 2010

Tanto pasto...

En mi casa hay muuuuuucho pasto. Mucho. Siempre verdecito y siempre largo... porque tengo un jardinero algo difícil de convencer... siempre llueve y cuando por fin hay solcito, ayyy es tan rico hacer otras cosas... ya se habrán dado cuenta que el jardinero soy yo...

Mi casa está en la pendiente de una loma, por lo que si uno agarra vuelo desde arriba y se va corriendo lo más probable es que caiga rodando cuesta abajo por lo difícil que es chantar el tranco. Imagínen lo que es hacer esto pero a la inversa y arrastrando una cortadora de pasto, que tiene motor de dos tiempos y que se para cada cierta cantidad de metros más o menos luego de ocho pasos porque como está largo el pasto se atora y hay que limpiarla. sad5
Pero a pesar de eso, cuando me decido, es muy entretenido.  


Con tanto lío con esto del pasto, un día Arnoldo dió con la solución, me dijo: 


-Marce!!! ovejas!!!! con tanto pasto, van a estar felices, tú no tienes tanto trabajo y es gratis!!!!
-¿ovejas?.... no es mala idea, así tengo lana!!!! y me puedo hacer un telar y hacer cosas lindas como una frazada!!!

Dicho esto, fuimos por las ovejas. Fue un lío, en que nos vendieran dos ovejitas, en rogarle al señor que me vendiera una bebé o una mamá con su bebé, lo que no hizo finalmente, pero me prometió que una de ellas iba preñada... lo que nunca fue....
Llagamos con las ovejas a la casa, ilusionada con  lo bueno que iba a ser que se comieran ellas el pasto...


Soltamos las ovejas y no alcacé a pestañar cuando las ovejas habían saltado despavoridas el cerco de mi casa y estaban dos parcelas más lejos, al inicio de la loma, en las tierras de mi vecino felices comiendo!!!
Fue casi una burla, sacada de pica, con alevosía, como que me miraban y decían 

_Uyyy qué rico es el pasto de acá!!!

Fuimos donde mi vecino que está al fondo de un camino,  el Pato, (Acá a los Patricio les dicimos Pato). Dijo feliz que nos ayudaba a agarrar a las ovejitas..
Con mis niños nos repartimos cuál comando, Arnoldo por un lado nosotros por otro, para arrearlas hacia su nueva casa... caminamos mucho, sin correr para no espantarlas, pero cuando yo, concentrándome en que percibieran las criaturas que las amaba y que les iba a hacer cariño y no tenían que arrancarse de mí, ..¡¡¡ZAS!!! corrían cuesta abajo hacia el río.

Qué manera de correr ese día... nos costó mucho hacerlas volver, y cuando por fin lo logramos, las tontas se arrancaron nuevamente.
Yo a esas alturas del día  me había convertido en Logística de Guerra. Lo único que me faltó fue camuflarme y pintarme con rayas la cara, porque ya pegaba unas carreras que yo misma me impresionaba, y al llegar al cerco de almabre de púas, no pudiendo saltarlo por arriba, como Arnoldo y el Pato, yo tiraba cuál jabalina mi palo de pastora al otro lado del cerco y acto seguido me tiraba de piquero como en mis buenos tiempos, entre los alambres para salir corriendo con mi palo en mano a perseguir a las ovejas. Debo confesar, que dado a lo que se había convertido el día, me quedaba más que claro que prefería seguir cortando el pasto con la máquina.

Como no estaba dispuesta a perseguir a mis nuevos animalitos por potreros interminables, continuaron su vida atadas con un cabo que a su vez lo sujetaba una estructura de metal. Así las iba cambiando de lado para que fueran comiendo pastito rico.

Ese fue el comienzo de la historia con mis ovejas, Melissa y Sue Ellen. Así las bautizamos. Eran nombres como los de "La pequeña casa en la pradera", por lo tanto lindos para ovejas. Claro, ellas jamás contestaron por su nombre...


Nos fuimos acostumbrando con las ovejitas, todavía recuerdo con tanto gusto cuando Arnoldo por las mañanas abría la ventana de la cocina y les gritaba
_BBBEEEEEEEEEEE!!!!! (Traducido esto en idioma de oveja era Buenos Díaaaasssss!!)
Y las tontonas levantaban sus cabezas y nos miraban intrigadas.

Ahora que lo pienso, quizá nunca se explicaron qué eran esos humanos tan raros que gritaban por las ventanas esos ruidos tan raros...


En fin, el pasto lo sigo cortando yo, o mejor dicho no cortando nunca yo. Las ovejas no sólo no podían con tanto tanto pasto, sino que las frescas se pusieron selectivas, les gustaba comer mis flores....

domingo, 11 de julio de 2010

El Gato.

Hoy voy a escribir acerca de mi Muso. je je, no creo que le guste que le diga musa... Voy a escribir historias de mi adorado tormento.

Ya he comentado, que Mi Amor nació y se crió en el campo. Bien brutazo era, a pesar que si lo conocen, se encuentran con el caballero más encantador y refinado que se puedan imaginar. Pero lo que lo delata es ese eterno brillo en los ojos y su sonrisa amplia, coronada con dos preciosas margaritas. (hoyuelos para otros) que le dan esa picardía que uno goza y teme a la vez, porque es una inequívoca señal que se le ha ocurrido "algo brillante".
Arnoldo tiene más hitorias que las mismas mil y una noches. Pero hoy voy a contar mi favorita entre las favoritas.
Esto es más o menos así:

El Gato. Era su sobrenombre. Y vaya que bien puesto. Gato de campo. Güiña.
El Gatito, meloso, dulce, tierno, pero extraordinariamente hábil, astuto y rápido, ya tenía unos 17 o 18 años.
Se había convertido un un adolescente muy atractivo, y más aún, simpático. Era todo un Gato.

Era de noche. Luego de la fiesta, de pasarlo bien con sus amigos, decidieron terminarla de buena manera como es en el campo, con una  fogata para calentar la fría madrugada y amenizar las últimas historias que quedaban en el anecdotario. Curiosamente, habían quedado en parejas, y más casualmente aún, la chiquilla que despertaba el interés del Gatito tambíén se había quedado.
El todo un galán le había pasado su chaqueta gamulán para que no tuviera frío. Era parte del cortejo. Ella se sentía la reina del mundo.
Estaban en el parque de la casa de un gran amigo del Gato. Y cuando digo parque, imaginen bien un parque.
Rodeado de añosos y eternos árboles, pinos, robles, hasta araucarias, con un prado hermoso, un sendero entre el bosque que llevaba a una linda laguna, coronada con un llamativo puente que permitía de día observar los peces que vivían en ella. Flor de loto en los bordes daba el punto final de la armonía y belleza al lugar.
Era silencioso, especialmente de noche,  sentados en troncos, se oía silvar la brisa veraniega, los sapos que daban música y las chispas de la fogata que tomaba fuerza  y daba esa luz anaranjada a todos los chicos y que permitía al Gatito mirar a la chiquilla que le gustaba.
Tras de la laguna había una casa, que era parte de la propiedad de Juan, el dueño de casa, y se lograba ver con algo de esfuerzo corrales de animales más allá aún.
Bueno. Todo era romántico, El Gatito todo un anfitrión junto a su amigo, atento a las necesidades de las cortejadas. Conversaban felices entre los amigos cuando se escucha a las muchachas decir:
- mmm tengo hambre...  ....Horror para el galán!!! la niña tiene hambre!! ¿qué hacer? buscó entre sus bolsillos, y nada... no quedaba ningún rastro de chocolate ni nada comestible.. pero pensando que la casa de su amigo estaba ahí a unos metros y seguro algo encontraría... entonces dice como un caballero:

_¿ Tiene hambre? ¿Y qué le gustaría comer?

_mmm no sé, como un pollito asado.... mmmm

Decir en medio de la noche, en un parque, con todo el comercio  a kilómetros cerrado, que uno quiere pollo asado, es casi decir que quieres torta helada de merengue en un Safari en el Africa... o sea, un antojo.
Pero no sabía con la chichita que se curaba la niña antojada...
El Gato, como buen gato saltó en un segundo, le consulta a su amigo si podía ir a buscar algo a lo que el pobre Juan ni siquiera le puso atención, más concentrado en la chica que le tocaba a él, por lo que le dijo que hiciera lo que quisiera.
Dicho esto, Gatito saca el cuchillo que llevaba en el cinto, que dicho sea de paso jamás abandonaba, y sale disparado como en carrera de cien metros con una agilidad y rapidez  empuñando su cuchillo que los espectadores no lograban entender qué estaba sucediendo.
Se le vió ir hacia la casa tras la laguna, se le divisó saltar una cerca, se sintió un revoltijo como de gallinero y  logran ver en la oscuridad que vuelve el Gatito salvaje tirando el cogote de un pollo, con el cuchillo en los dientes y envuelto en un mar de plumas que volaban mientras el corría feliz, desplumando tan rápido ante la atónita mirada de los amigos, que cuando llega por fin a la fogata al lado de ellos el pollo que traía ya  estaba listo para abrirlo.
Con la maestría de un Cocodrilo Dundee, despresó el ave, lo puso ensartado en unas ramas y se dispuso a asarlo en el fuego de la fogata.
No les tengo que contar la cara que tenía la cortejada, que no podía creer lo que veía.
Si hasta Juan, que se sabía de memoria las barbaridades que hacia junto a su amigo, no atinaba a entender lo que estaba pasando..
Ante tanta expectación, se yergue el Gato cocinero y esgrime esa sonrisa  encantadora con el brillo eterno en sus ojitos tiernos, y con tanta alegría les dice a sus amigos:
¿quieren comer pollito asado?

jejeje... los años han pasado. Y me encanta recordar esta historia, porque la verdad, debo confesar, sigue igual. Su sonrisa maravillosa, sus ideas geniales y su eternas ganas de cortejarme están intactas.

miércoles, 23 de junio de 2010

Visitas.

Era una tarde de esas en que cada uno está centrado en sus cosas, algún comentario al toparse en la cocina, un va y viene. Estabamos todos en casa.
Como de costumbre, por esas cosas de la vida, se me ocurrió mirar por los ventanales hacia afuera... todo bien.
De vez en cuando, o creo que todos los días hay momentos en que miro hacia fuera y contemplo. Árboles, el pasto que crece (jamás me da tregua), la brisa que luego es viento ... ¿sur o norte?... no, travesía...
En realidad, ahora que lo pienso, todos los días me gusta mirar hacia afuera.
Bueno, en eso estaba, distraída, cuando siento el grito de la Sofi lejos...
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mamáaaaaaaaa!!!!!!!!!!! hay vacas en el patio!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
-¿¿¿qué????- yo no entendiendo nada...
Voy corriendo a ver afuera, y claro, de pronto las mascotas nos habían crecido... y estaban ahí, en mi casa, en mi pasto largo, comiendo felices uno, dos , tres..... SIETE   novillos!!!!
Vamos, me tienen que creer. Imagínen  que cuando uno mira hacia su patio, o jardín o pretención de jardín de mi parcela, y te alteras porque te das cuenta que el perro del vecino se metió a TU TERRITORIO... ¿¿¿¿¿Cómo creen que me sentí con siete vacas metidas en mi pasto?????... perdón, novillos.
El cuento es que salimos corriendo, pero no sin antes pensar un poco cómo se echan fuera de tu propiedad animalitos de esas dimensiones... y siete....
Lo primero que hicimos fue repartirnos, Sofía hacia el norte, yo hacia el sur, la Hilda chillando se fue hacia el centro. Me aseguré que los chicos permanecieran en casa, especialemente la Emilia, que estaba lista para ir a torear...
Uno apenas sabe cómo pueden reaccionar siete perros metidos en tu casa, pero no siempre sabemos cómo se sienten los novillos cuando se les echa de un lugar.
Menos mal que hemos visto cómo arrean ganado así que decidimos hacer lo observado.... gritarles con un palo en la mano... por si acaso...
Entre tanto, tuve una genial ocurrencia. Mis perros!!! si tengo tres perros, bueno, pues se habrán dado cuenta de lo que pasa...
Salí a buscarlos, gritándoles...
_ CANEEEELO!!!  JOOOOOOO!!!! SORPRESAAAA!!!!
Cómo creen que fue mi desencanto cuando encontré a mis tres mastines, guardianes, durmiendo como que la vida es sólo placer....
_ Oigan!!! vamos, vengan conmigo!!!_ les azuzaba yo para que fueran conmigo a corretear ganado pero como mis perros son flojos, me miraron con cara de tal, (flojos), como no comprendiendo las ganas que tenía yo de hacerlos correr...
Al fin se motivaron. Y salieron corriendo conmigo.
La verdad que se desconcertaron en un momento porque no sabían qué hacer con semejantes visitas en casa.


Entonces, corrimos cuesta abajo, (mi casa está en pendiente) y mientras  llegaba yo rogando por el retorno de mi aliento, los novillos volvían por el otro lado arriba...
Ahí atinaron por fin mis fieros perrines que se tiraron ladrando a las canillas de los animales, cosa que no les gustó nadita.
Nos separamos con la Sofi, con la instrucción clara que no se les pusiera al frente, que bravos no eran, pero con el susto bien podían pasar por encima de ella, y no es ninguna gracia que te atropelle un novillo, menos si viene con amigos detrás.
Descubrí que los animalitos estos son bien rápidos para correr. Tanto así, que cuando logramos acercarlos hacia la salida, me dí cuenta que un grupito de los lindos estaban felices comiendo mis manzanas. ¡Mis manzanas! con lo que esperé la cosecha, y más encima con este año tan lluvioso y sin verano, que la fruta brilló por su ausencia, las pocas manzanas que tenía en mis arbolitos ahora eran manjar de unos bobinos invitados de piedra!!!
Veía a la Sofi que ya los tenía casi listos, cuando uno asusta a estos bichos de verdad salen despavoridos.
Pero no son nada de tontos, tenían tácticas de guerra. Todo por las manzanas. Se separaban en grupos. A uno los seguían los perros, otro nosotras, mientras otros comían manzanas... ahhhhhhh qué horrroooooorrrr!!!
Ya para estas alturas ya necesitaba tanque de oxígeno. Qué barbaridad, a mi edad y correr tras novillos...
Se fueron. Salieron. Los siete!!!
cerramos la cerca, con la suerte que justo venía un auto por el camino, lo que obligó a las bestiecillas a seguir hacia su casa....

Volvimos a casa, cariñitos a los perros, buen trabajo amigos... perrines lindos...tan bravos.

Todo volvió a la normalidad y ya nos reíamos de lo sucedido, no cualquiera puede contar que se le metieron siete vacas a la casa... sí ya sé, novillos.

Al día siguiente, cerca de las cinco de la tarde siento un grito...


_Mamáaaaaaaaaa las vacaaaaaas  se están comiendo las manzanaaaaasssss!!!!!!!!!!!!!!


viernes, 11 de junio de 2010

EL CHANCHITO

Esta historia fue hace un tiempo, en la casa de Talagante.
Era una parcela en un condominio, no era campo pero tenía 5.000 y algo de mts. de tierra para regar, lo que era un desafío por lo escasa y cara del agua. Tenía espacio para mi huerta en la que se dieron muchas lechugas y ricos tomates. Había un bosquecillo para jugar a las escondidas si se me daba la gana.
Con mi amor, hicimos un horno de barro (en realidad nos lo hicieron, pero aprendí... ufff con paja podrida en barro, bien pisoteado, con mucha más técnica de lo que hubiera imaginado...) 

En fin. Este cuento parte una noche en la que feliz espero la vuelta de  Arnoldo a casa, que en esta oportunidad vuelve desde el sur de una de sus tantas faenas.
Siempre llega con algo a casa, especialmente cuando ha recorrido la carretera, porque se entusiasma viendo frutas y verduras que los lugareños ofrecen a los viajeros.
¡¡En esta oportunidad llega a casa con la camioneta cargada!!  Ya era eso de medianoche, con sacos de papas, cebollas, trenzas de ajos (lo que nunca debe faltar en casa), naranjas,  una que otra cosa que se me escapa y un bulto grande. 
Una vez que bajamos las cosas, yo ya había despertado, si, me había quedado dormida para variar, lo estaba esperando pero la tele adormece..., así que me tuve que activar, pues las cosas tenía que ir guardándolas.
Debo aclarar, que mis neuronas suelen funcionar relativamente bien de día, pero ya pasada la medianoche, día de semana, y con ya algo dormido, sencillamente funciono como por inersia..

La cuestión es que voy arrastrando sacos para allá y acá, cuando tropiezo con un graaaan bulto, del cual.... se asoma una pata.... y yo salto como resorte a muchos metros de ahí y digo, mejor dicho, grito.....

__¿¿¿¿¿Quééééé es esoooooo???? (más lloriqueo que grito, recuerden que también soy llorona).
__¡¡ Mira Marce lo que traje!!!! Es un chanchito!!  me dice Arnoldito feliz con su linda sonrisa (Para los que no hablan chileno, un chanchito es un cerdo, puerco, marrano, en fin, ese mamífero que queda delicioso a fuego lento en un horno).
__ .....¿¿¿ muerto????
__ Si!!! cómo lo voy a traer vivo!!! y viene limpiecito!!! pero tenemos que sacarle los pelos y dejarlo adobado en algún lado, para que mañana lo cocinemos en el horno!!! (el horno de barro que ya les contaba)
__ ( y yo, ya despierta del todo..) .... ah....
__ Tráeme una cuerda y lo colgamos para limpiarlo altiro!!
__ ¿...altiro?
__ Yapo!!! (él siempre tan entusiasta) anda por una cuerda!!!

Yo siempre obediente, fui, pero les confieso que estaba casi en shock
¿limpiar un chancho? ¿cuerda, dónde habrá una? ¿qué implica "limpiar un chanchito"?
En fin, llegué con la cuerda, amarramos la cuerda a las patas, después de unos minutos que me tomé para respirar hondo, cerrar los ojos, concentrarme y abrirlos nuevamente renovada y lista para agarrar con mis manitos  a un chancho, con cabeza de chancho, patas de chancho, y cola de chancho... muerto, cadáver, difunto, finado, y no de muerte natural...  

A estas alturas de la noche, noche perdida de plácido sueño y de más plácida bienvenida a mi amor que andaba lejos, hube de conformarme y hacerme la grata idea de limpiar al chancho.
Lo colgamos como decía, de las patas traseras, mi  "Rambo-Daniel Boone" tiró la cuerda a una viga de la cocina, y una vez el finado estuvo colgando procedimos a afeitarlo.
Para mi sorpresa, (no tanta en realidad, porque he descubierto que soy bien bruta y no tan en el fondo) a los minutos estaba cual matarife acostumbrada a estos menesteres. Usamos un cuanto hay para pelar a dichoso chancho, hasta con una vela le fuimos chamuzcando los pelos que sobrevivían, hasta que quedó "no tan mal pelao el chancho"... je je . (Los chilenos decimos
"está mal pelao el chancho"cuando las cosas están mal hechas o con sospechosos "arreglines"  )
Una vez listo, lo pusimos en un cooler grande, le echamos romero, sal, cerveza y salvia y lo cerramos para por fin limpiar las evidencias de la faena e irnos a descansar.

A la mañana siguiente, mi gran problema era la impresión en la Emi, cuando lo viera, así que procuré que no se metiera a la cocina y que abriera el cooler, ella tenía apenas dos añitos y me era tan difícil explicarle qué hacía un chancho muerto y adobado en la cocina... uff muy difícil, mi niña se me podía traumar...
Pero la Emi, es la Emi, llegó en su pijamas de patitas entre rulos chascones y felices, abre el cooler con nosotros apurados detrás para salvar a la princesa....
ella mira al chancho muerto.... nos mira a nosotros y veo su carita radiente de alegría mientras se pasaba su lenguita alrededor de su boquita pequeña y nos dice 


_____MMMMMMM CHANCHITO!!!!!!!! QUÉ RIIIIIIICOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!! 





Hija de Tigre sale rayada.




viernes, 4 de junio de 2010

La Nobleza del Heroísmo.

Arnoldo tenía unos ocho años. Vivía en el campo, y además de tener algunas vacas, gatos, estaba su perro Daktary.
Daktary era grande, negro, era el líder de los perros de toda esa área, no por nada, era el perro de Arnoldo.
Daktary era un perro policial. No, no es que haya ido a la academia ni que fuera policia de verdad, lo que pasa es que acá en Chile, les decimos perro policial a ese peculiar perro que al mirarlo adivinamos que en algún lugar de su genealogía hubo un pastor alemán que le dejó buenos genes.y  porque preferentemente los Policias o Carabineros adiestran perros de esta raza o parecidos para acompañar su labor.
Vuelvo a la historia.
Daktary era un fiel amigo. Si bien era grande, respetaba y cuidaba a los animales que convivían en la parcela.
En esos años, el papá de Arnoldo y su abuelo criaban pollitos para la venta. Cada semana se renovaban los pollitos.¡Se llenaban de pollitos de un día! Tenían una habitación especial para este fin. Era grande, cerca del gallinero. En el centro tenía una iluminación especial para darle calor a los pollitos y poder mantenerlos sanos.

Pero un día, llegó junto a un lote de nuevos pollos, uno especial.
Era negro lo que no era tan importante, porque a veces llegaban muchos pollitos de varios colores. El problema del pollito negro es que era cojo. Y estaba sentenciado a morir.
Fue entonces que Arnoldo lo pidió para criarlo él. No quería que lo mataran pobrecito, sólo por ser cojo.
El abuelo Emil accedió, y el pollo negro se quedó.
Iban pasando las semanas y los pollitos siempre se renovaban. Compraban muchos, y llegaban nuevos. Entonces pronto se pudo apreciar que el pollito negro iba creciendo bonito, cuidado en medio de muchos pollitos de un par de días.
Tan bonito se iba poniendo que al tiempo se le formó una crestita en su cabeza. ¡Era un gallito!
Arnoldito estaba tan feliz con su pollo cojo, negro y gallito!!
Un buen día, ve entrar muy alarmado a su abuelo, que llamaba a todos a ver a la pieza de los pollitos, algo malo, muy malo había sucedido...
Arnoldo salíó despavorido junto a su abuelo, y de inmediato, tubo la total claridad de lo que pasaba:
Algún animal había irrumpido y muerto a muchos pollitos. Faltaban muchos, estaba todo revuelto y los pollos todos muy nerviosos. El gallito negro ahí estaba, asustado, pero vivo.
Los hechos ameritaban reunión familiar. Los padres con el abuelo pensando en qué estrategia implementarían para cuidar a los pollos. Por su puesto, Arnoldo no se quedaba atrás, que pequeño era, pero coraje para defender a los pollos no le faltaba.
Todos los que viven en el campo, y algunos que no, sabemos que hay  animales que se ceban. Perros, zorros, gatos, una vez que matan a un animal, vuelven a hacerlo.
Lo que se esperaba entonces, era que el que hizo esto, lo repetiría la noche siguiente.
Estaban en eso, en la cocina. Ya estaba oscureciendo y discutían cómo montarían guardia, qué podría ser.. una trampa quizá.... cuando en eso se escucha al  pollerío desesperado, mucho revuelo en el gallinero. Acto seguido salieron todos corriendo a ver qué sucedía.
El primero en llegar con su abuelo fue Arnoldo. Cada uno con un palo en la mano, a defender a sus pollitos.
Y lo que se encontraron fue impresionante.
El Gallito Negro Cojo, que todavía era pequeño, había abierto sus alas protegiendo a corazón descubierto a todos los pollitos detrás de sí. ...sin lugar a dudas,  la muestra de mayor nobleza y valentía que a sus ocho años había visto...Tan bravo era, que a pesar de su cojera, daba saltos y picotazos a su enemigo, su único espolón era un arma terrorífica con la que había logrado, ahora y la noche anterior, defender a los pollitos del tremendo y peligroso guarén, (un ratón de campo muy grande, normalmente de unos cuarenta centímetros de largo con una gran cola y lo peor con unos dientes muy peligrosos, capaces de sacar un pedazo a un humano si lo muerde.)
El guarén ya tenía entre las patas unos pollitos aturdidos listo para llevárselos.
Fue una conmoción, ver al valiente gallito que sin pensar protegió a los suyos... pero lo más impresionante vendría después.  Arnoldo se tiró aguerrido,con el palo como única arma, a darle al guarén, el que saltó fiero sobre una viga y  arrancaba raudo con su botín, no sin antes mirar a los impotentes cuidadores con el  desdén típico de los guarenes, ladrones y malos, como diciendo,
"Ja, me voy,  no pueden conmigo"
Y mientras saltaba el ladrón malicioso, hace su aparición el valiente Daktary, que jamás, pero jamás, dejaría a su amo,  (Arnoldo)  solo ante un peligro.
Daktary  de un increíble salto derribó al asqueroso asesino, comenzando una pelea sin tregua.
No se entendía nada.
Un enorme gurén mordiendo y chillando como sólo los ratones de campo saben hacerlo, chillido que deja la sangre helada y los pelos de punta. Daktary  peleaba, gruñía, jadeaba, atacaba. Arnoldo arremetía contra el bicho, dándole en cada ocasión que tenía, la más cruda paliza, juntos en una sincronía perfecta, el amo y su perro.
Por fin hubo vencedores.
El ratón gigante cayó muerto, rendido.
El bien había triunfado.
El gallito negro y cojo, por fin, dándose cuenta que el peligro había pasado, tubo una mirada de complicidad y de orgullo compartido, entre Daktary, y ambos hacia su dueño, Arnoldo, que luchó junto a ellos hasta el fin de la cruda batalla.
Los pollitos ya podrían descansar, pasar el susto, porque el gallito sabía muy bien cómo cuidarlos, y Daktary no los dejaría sin su amparo.

Los héroes están a diario. Sólo hace falta observar bien, y la nobleza aparece en los que a veces menos consideramos en la vida.
Sin embargo ahí está.
Sólo hace falta observar bien.

jueves, 27 de mayo de 2010

Mi gata Diana,

Cuando era chica me encantaban los gatos.
Ahora, como proyecto de vieja, me encantan los perros.
Cómo nos cambia la vida...
Tenía once años cuando me regalaron a Diana. Era una gatita... Diana es nombre obligado de gata cuando una tiene once años y en  forma especial cuando se  tienen once años, le regalan una gata y ésta tiene más enciama, cara de Diana.
Bueno, eso pensé yo en ese momento.
El cuento es que Diana era una gatita especial. Siempre estaba conmigo. Dormía conmigo, le faltaba sólo ir al colegio...y no porque yo no quisiera...

Diana, era una gatita pequeña, pero muy inteligente.
Sabía que era hermosa, tanto así, que cuando mi mami nos llevaba con ella a comprar al supermercado, (ella a comprar, nosotros a vitrinear) Diana se paseaba en ese espacio que quedaba antiguamente entre los asientos traseros del auto y el vidrio , espacio genial para que las gatas Dianas se pasearan mostrando su hermosura y los demás automovilistas la pudieran ver.
Era un espectáculo ella.
En el supermercado, hasta posaba, para que la pudiera ver bien la gente.
Yo me creía gato también, como era mi hija, obligadamente yo tenía que ser gata. Ahhhh qué tiempos esos de ocurrencias!!!
Cada día, cuando volvía del colegio, iba corriendo al encuentro de mi gatita, a hacerle cariñito suavecito, a contarle cosas, y no sé bien a qué más, supongo que a diario se me ocurría algo distinto.
Mi mamá era la encargada de contarme todo lo que pasaba con Diana mientras yo no estaba. Esta dinámica pronto se volvió una especie de pliego de acusaciones, porque no hacía más que llegar a casa y mi mamá acusaba y alegaba por las cosas que se le ocurrían a Diana y ella tenía que solucionar... ja ja ja, ahora que lo recuerdo, pienso lo poco feliz de mi mamá, cuando a Diana se le ocurría jugar a los bomberos....
Mi mamá lavaba la ropa en un cobertizo, Diana subía al techo del mismo y le maullaba hasta que mi mamita linda le extendía los brazos sosteniendo una sábana para que la "perla" se "tirara al vacío"... eso era jugar a los bomberos, ella era la víctima que tenía que tirarse del edificio, mi mamá el bombero que la recibía abajo con su lona mágica salva vidas... ja ja ja   ¡¡¡Pero que conste que yo no se lo enseñé!!!

Otro día, sentía que maullaba leeeeejos..... y  yo:
_ Diaaaaanaaaa ¿¿¿¿dónde estás????
_ miaaaaauuuuu  (lejos, muy lejos casi imperceptible)
_Dianiiitaaaaa .... ¿dónde te metiste?
Y así mucho rato, fui testeando el maullido más nítido para dar dónde estaba... eso me llevaba a la cocina.
¡Pero no la veía por ninguna parte!
Y los maullidos eran cada vez más nitidos, pero no más fuertes...
cuando se me ocurre abrir el refrigerador...(nevera para muchos) ¡¡¡ADIVINEN QUIÉN SALIO CAMPEANTE!!!!!

... mi gata Diana....
_ Mamáaaaaa la Diana estaba en el refri!!!!!
_ Pero es que esa gata es tan intrusa!!!! qué se le va a ocurrir mañana (rabiaba y reía mi mamá)
Lo bueno es que no le pasó nada... je je

En otra oportunidad, no alcancé ni a entrar a la puerta de casa cuando me recibe mi mami:
_¡Marce!  Tu gata está loca.
_¿¿Qué hizo hoy??
_¡Se tiró un piquero en la tina de baño!
-¡¿¿QUÉEEEE?!
Pasó que la tina quedó sin vaciar porque alguno de los hermanos se salió de su baño y la dejó así, entonces cuando mi mamá fue a limpiar, dice que ve a la Diana caminando sobre el borde de la tina... contemplando el agua... se fue a la punta, supongo para tener panorámica, y se tiró un piquero.
Absolutamente cierto. ja ja ja, no sé qué pretendía, pero me contaba mi mamá que salió del agua luego de cruzar la tina nadando, se sacudió cuál perro y le maulló para que la secara...
¡Vaya loca que teníamos en casa!

Un buen día, llegué del colegio y ví la cara de mi mamá algo descompuesta...
vino hacia mí...
_ Marcelita!!! (eso ya era mal signo, sólo me decía Marcelita cuando la cosa era grave...)
_ Mi amor, la Dianita desapareció... la he buscado por todas partes y no está....
_¡¿Pero Mami, cómo? ¿se fue?!
ufff cómo la busqué!!!
abrí puertas, lo primero fue ir a ver al refri, pero nada, busqué en el patio, la pileta, nada... los muebles con puerta... nada...
Yo ya lloraba. Tenía tanta pena... mi gatita...
Mi mami me consolaba, la verdad ni recuerdo si me podía decir algo ella, porque por mucho que rabiara, ella la quería tanto como yo...
Mis hermanos buscaron, todos buscamos...
Al fin, como era mucha mi tragedia, fui a pasarla a la cama de mi mamá, el lugar mágico donde las penas se pasaban más rápido..(el único dormitorio que tenía televisor...) además por supuesto, que las mamás siempre son hadas sanadoras, especialmente en sus piezas.

Bueno, hice mi ritual de pena, me fui a su pieza y me acosté en su lado, me tiré sobre su gran cojín que ella llamaba "el turco", cuando siento
MIAAAAAUUUUUU!!!
Y yo salto de la impresión!!!!
ERA LA DIANA!!!!
-MAMÁAAAAAAAA!!! LA DIANA!!!!!
La perla, había dormido toda la mañana en la cama de mi mamita linda, bajo su enorme cojín, nada la perturbaría debió haber pensado, y vaya que fue así!
Salió medio mareada, producto de su siesta taaannnn larga, estirando una pata, luego la otra (ese es ritual gatuno para hacerle saber a uno que su siesta estuvo reponedora)
se arregló su lindo pelaje, y me miró como diciendo...
_Hola! ¿qué novedades tienes hoy?
je je je
Esa era mi gata Diana.