viernes, 4 de junio de 2010

La Nobleza del Heroísmo.

Arnoldo tenía unos ocho años. Vivía en el campo, y además de tener algunas vacas, gatos, estaba su perro Daktary.
Daktary era grande, negro, era el líder de los perros de toda esa área, no por nada, era el perro de Arnoldo.
Daktary era un perro policial. No, no es que haya ido a la academia ni que fuera policia de verdad, lo que pasa es que acá en Chile, les decimos perro policial a ese peculiar perro que al mirarlo adivinamos que en algún lugar de su genealogía hubo un pastor alemán que le dejó buenos genes.y  porque preferentemente los Policias o Carabineros adiestran perros de esta raza o parecidos para acompañar su labor.
Vuelvo a la historia.
Daktary era un fiel amigo. Si bien era grande, respetaba y cuidaba a los animales que convivían en la parcela.
En esos años, el papá de Arnoldo y su abuelo criaban pollitos para la venta. Cada semana se renovaban los pollitos.¡Se llenaban de pollitos de un día! Tenían una habitación especial para este fin. Era grande, cerca del gallinero. En el centro tenía una iluminación especial para darle calor a los pollitos y poder mantenerlos sanos.

Pero un día, llegó junto a un lote de nuevos pollos, uno especial.
Era negro lo que no era tan importante, porque a veces llegaban muchos pollitos de varios colores. El problema del pollito negro es que era cojo. Y estaba sentenciado a morir.
Fue entonces que Arnoldo lo pidió para criarlo él. No quería que lo mataran pobrecito, sólo por ser cojo.
El abuelo Emil accedió, y el pollo negro se quedó.
Iban pasando las semanas y los pollitos siempre se renovaban. Compraban muchos, y llegaban nuevos. Entonces pronto se pudo apreciar que el pollito negro iba creciendo bonito, cuidado en medio de muchos pollitos de un par de días.
Tan bonito se iba poniendo que al tiempo se le formó una crestita en su cabeza. ¡Era un gallito!
Arnoldito estaba tan feliz con su pollo cojo, negro y gallito!!
Un buen día, ve entrar muy alarmado a su abuelo, que llamaba a todos a ver a la pieza de los pollitos, algo malo, muy malo había sucedido...
Arnoldo salíó despavorido junto a su abuelo, y de inmediato, tubo la total claridad de lo que pasaba:
Algún animal había irrumpido y muerto a muchos pollitos. Faltaban muchos, estaba todo revuelto y los pollos todos muy nerviosos. El gallito negro ahí estaba, asustado, pero vivo.
Los hechos ameritaban reunión familiar. Los padres con el abuelo pensando en qué estrategia implementarían para cuidar a los pollos. Por su puesto, Arnoldo no se quedaba atrás, que pequeño era, pero coraje para defender a los pollos no le faltaba.
Todos los que viven en el campo, y algunos que no, sabemos que hay  animales que se ceban. Perros, zorros, gatos, una vez que matan a un animal, vuelven a hacerlo.
Lo que se esperaba entonces, era que el que hizo esto, lo repetiría la noche siguiente.
Estaban en eso, en la cocina. Ya estaba oscureciendo y discutían cómo montarían guardia, qué podría ser.. una trampa quizá.... cuando en eso se escucha al  pollerío desesperado, mucho revuelo en el gallinero. Acto seguido salieron todos corriendo a ver qué sucedía.
El primero en llegar con su abuelo fue Arnoldo. Cada uno con un palo en la mano, a defender a sus pollitos.
Y lo que se encontraron fue impresionante.
El Gallito Negro Cojo, que todavía era pequeño, había abierto sus alas protegiendo a corazón descubierto a todos los pollitos detrás de sí. ...sin lugar a dudas,  la muestra de mayor nobleza y valentía que a sus ocho años había visto...Tan bravo era, que a pesar de su cojera, daba saltos y picotazos a su enemigo, su único espolón era un arma terrorífica con la que había logrado, ahora y la noche anterior, defender a los pollitos del tremendo y peligroso guarén, (un ratón de campo muy grande, normalmente de unos cuarenta centímetros de largo con una gran cola y lo peor con unos dientes muy peligrosos, capaces de sacar un pedazo a un humano si lo muerde.)
El guarén ya tenía entre las patas unos pollitos aturdidos listo para llevárselos.
Fue una conmoción, ver al valiente gallito que sin pensar protegió a los suyos... pero lo más impresionante vendría después.  Arnoldo se tiró aguerrido,con el palo como única arma, a darle al guarén, el que saltó fiero sobre una viga y  arrancaba raudo con su botín, no sin antes mirar a los impotentes cuidadores con el  desdén típico de los guarenes, ladrones y malos, como diciendo,
"Ja, me voy,  no pueden conmigo"
Y mientras saltaba el ladrón malicioso, hace su aparición el valiente Daktary, que jamás, pero jamás, dejaría a su amo,  (Arnoldo)  solo ante un peligro.
Daktary  de un increíble salto derribó al asqueroso asesino, comenzando una pelea sin tregua.
No se entendía nada.
Un enorme gurén mordiendo y chillando como sólo los ratones de campo saben hacerlo, chillido que deja la sangre helada y los pelos de punta. Daktary  peleaba, gruñía, jadeaba, atacaba. Arnoldo arremetía contra el bicho, dándole en cada ocasión que tenía, la más cruda paliza, juntos en una sincronía perfecta, el amo y su perro.
Por fin hubo vencedores.
El ratón gigante cayó muerto, rendido.
El bien había triunfado.
El gallito negro y cojo, por fin, dándose cuenta que el peligro había pasado, tubo una mirada de complicidad y de orgullo compartido, entre Daktary, y ambos hacia su dueño, Arnoldo, que luchó junto a ellos hasta el fin de la cruda batalla.
Los pollitos ya podrían descansar, pasar el susto, porque el gallito sabía muy bien cómo cuidarlos, y Daktary no los dejaría sin su amparo.

Los héroes están a diario. Sólo hace falta observar bien, y la nobleza aparece en los que a veces menos consideramos en la vida.
Sin embargo ahí está.
Sólo hace falta observar bien.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo me ha gustado esta historia!... eres genial, Marce!!!... un fuerte abrazo.
Astur.-

Alvex dijo...

Me ha encantado la historia, realmente viví el momento en que el gallito abrió sus alas para proteger a los polluelos ¡fue emocionante!
Besos, Marcela, y gracias por pasarte por mi casa-blog.

Publicar un comentario

Hola!!! déjame un comentario.