jueves, 27 de mayo de 2010

Mi gata Diana,

Cuando era chica me encantaban los gatos.
Ahora, como proyecto de vieja, me encantan los perros.
Cómo nos cambia la vida...
Tenía once años cuando me regalaron a Diana. Era una gatita... Diana es nombre obligado de gata cuando una tiene once años y en  forma especial cuando se  tienen once años, le regalan una gata y ésta tiene más enciama, cara de Diana.
Bueno, eso pensé yo en ese momento.
El cuento es que Diana era una gatita especial. Siempre estaba conmigo. Dormía conmigo, le faltaba sólo ir al colegio...y no porque yo no quisiera...

Diana, era una gatita pequeña, pero muy inteligente.
Sabía que era hermosa, tanto así, que cuando mi mami nos llevaba con ella a comprar al supermercado, (ella a comprar, nosotros a vitrinear) Diana se paseaba en ese espacio que quedaba antiguamente entre los asientos traseros del auto y el vidrio , espacio genial para que las gatas Dianas se pasearan mostrando su hermosura y los demás automovilistas la pudieran ver.
Era un espectáculo ella.
En el supermercado, hasta posaba, para que la pudiera ver bien la gente.
Yo me creía gato también, como era mi hija, obligadamente yo tenía que ser gata. Ahhhh qué tiempos esos de ocurrencias!!!
Cada día, cuando volvía del colegio, iba corriendo al encuentro de mi gatita, a hacerle cariñito suavecito, a contarle cosas, y no sé bien a qué más, supongo que a diario se me ocurría algo distinto.
Mi mamá era la encargada de contarme todo lo que pasaba con Diana mientras yo no estaba. Esta dinámica pronto se volvió una especie de pliego de acusaciones, porque no hacía más que llegar a casa y mi mamá acusaba y alegaba por las cosas que se le ocurrían a Diana y ella tenía que solucionar... ja ja ja, ahora que lo recuerdo, pienso lo poco feliz de mi mamá, cuando a Diana se le ocurría jugar a los bomberos....
Mi mamá lavaba la ropa en un cobertizo, Diana subía al techo del mismo y le maullaba hasta que mi mamita linda le extendía los brazos sosteniendo una sábana para que la "perla" se "tirara al vacío"... eso era jugar a los bomberos, ella era la víctima que tenía que tirarse del edificio, mi mamá el bombero que la recibía abajo con su lona mágica salva vidas... ja ja ja   ¡¡¡Pero que conste que yo no se lo enseñé!!!

Otro día, sentía que maullaba leeeeejos..... y  yo:
_ Diaaaaanaaaa ¿¿¿¿dónde estás????
_ miaaaaauuuuu  (lejos, muy lejos casi imperceptible)
_Dianiiitaaaaa .... ¿dónde te metiste?
Y así mucho rato, fui testeando el maullido más nítido para dar dónde estaba... eso me llevaba a la cocina.
¡Pero no la veía por ninguna parte!
Y los maullidos eran cada vez más nitidos, pero no más fuertes...
cuando se me ocurre abrir el refrigerador...(nevera para muchos) ¡¡¡ADIVINEN QUIÉN SALIO CAMPEANTE!!!!!

... mi gata Diana....
_ Mamáaaaaa la Diana estaba en el refri!!!!!
_ Pero es que esa gata es tan intrusa!!!! qué se le va a ocurrir mañana (rabiaba y reía mi mamá)
Lo bueno es que no le pasó nada... je je

En otra oportunidad, no alcancé ni a entrar a la puerta de casa cuando me recibe mi mami:
_¡Marce!  Tu gata está loca.
_¿¿Qué hizo hoy??
_¡Se tiró un piquero en la tina de baño!
-¡¿¿QUÉEEEE?!
Pasó que la tina quedó sin vaciar porque alguno de los hermanos se salió de su baño y la dejó así, entonces cuando mi mamá fue a limpiar, dice que ve a la Diana caminando sobre el borde de la tina... contemplando el agua... se fue a la punta, supongo para tener panorámica, y se tiró un piquero.
Absolutamente cierto. ja ja ja, no sé qué pretendía, pero me contaba mi mamá que salió del agua luego de cruzar la tina nadando, se sacudió cuál perro y le maulló para que la secara...
¡Vaya loca que teníamos en casa!

Un buen día, llegué del colegio y ví la cara de mi mamá algo descompuesta...
vino hacia mí...
_ Marcelita!!! (eso ya era mal signo, sólo me decía Marcelita cuando la cosa era grave...)
_ Mi amor, la Dianita desapareció... la he buscado por todas partes y no está....
_¡¿Pero Mami, cómo? ¿se fue?!
ufff cómo la busqué!!!
abrí puertas, lo primero fue ir a ver al refri, pero nada, busqué en el patio, la pileta, nada... los muebles con puerta... nada...
Yo ya lloraba. Tenía tanta pena... mi gatita...
Mi mami me consolaba, la verdad ni recuerdo si me podía decir algo ella, porque por mucho que rabiara, ella la quería tanto como yo...
Mis hermanos buscaron, todos buscamos...
Al fin, como era mucha mi tragedia, fui a pasarla a la cama de mi mamá, el lugar mágico donde las penas se pasaban más rápido..(el único dormitorio que tenía televisor...) además por supuesto, que las mamás siempre son hadas sanadoras, especialmente en sus piezas.

Bueno, hice mi ritual de pena, me fui a su pieza y me acosté en su lado, me tiré sobre su gran cojín que ella llamaba "el turco", cuando siento
MIAAAAAUUUUUU!!!
Y yo salto de la impresión!!!!
ERA LA DIANA!!!!
-MAMÁAAAAAAAA!!! LA DIANA!!!!!
La perla, había dormido toda la mañana en la cama de mi mamita linda, bajo su enorme cojín, nada la perturbaría debió haber pensado, y vaya que fue así!
Salió medio mareada, producto de su siesta taaannnn larga, estirando una pata, luego la otra (ese es ritual gatuno para hacerle saber a uno que su siesta estuvo reponedora)
se arregló su lindo pelaje, y me miró como diciendo...
_Hola! ¿qué novedades tienes hoy?
je je je
Esa era mi gata Diana.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Ginger y Melanie

Ginger y Melanie eran hermanas.
Tronco largo, patas cortas, arrugaditas, pequeñitas, de un adorable color miel.
Quiltras, absolutamente quiltras.
Eran hijas de la Pinina, la perra de mis suegros que además de promiscua era muy fértil así que cada seis meses uno se hacía la idea  de regalar a lo menos una docena de lindos perritos... perritos multicolores... es que la Pinina es de gustos amplios jeje.
El caso que en una oportunidad yo me dije a mí misma:
_Misma:  tengo espacio, los niños aman los cachorros, más vale tres ladridos que uno (la Jo) ...
hay ratones, muchos de ellos, y la Pinina es cazadora... quizás uno de sus cachorritos sea cazador... y a lo mejor una cachorrita, que todos sabemos que los machos no cazan salvo las siestas y sus platos de comida...

Bueno las ideas iban y venían pero con lo que yo no contaba era con la sensibilidad, porque le dije a los niños que me llevaran a conocer a los perritos y .... no me llevé uno, ni una..... me llevé dos, y dos cachorritas!!!!
Todo esto muy bien justificado por los ratones, obvio, por lo lindas, y que eran hermanitas, ¡cómo las íbamos a separar!...
eran las útimas que quedaban, y tan arrugaditas, mezcla de salchica con perrito arrugado de esos japoneses.. ayyy cómo sería el padre si la Pinina era tan grande como labrador, pero casi con apariencia de caballo...
Bueno, tanto preámbulo para contar que llegaron dos nuevas cachorritas a casa.
Ginger y Melanie.

Ellas también tienen mucha historia.

Vivíamos en la misma parcela donde fue pateada la Jo, así que recordarán que habían unos cuantos potreros alrededor.
Un dia se perdieron las hermanitas, y no las podíamos encontrar. En realidad la Melanie apareció, pero Ginger...
Los gritos de búsqueda sonaban en el espacio del campo.
_ Giiiiiingeeeeer!!!!
- Guuuaaaauuuuu le gritábamos en idioma perruno, por si acaso no nos entendía el idioma humano.
Silvidos, llamados, creo que hasta le ofrecíamos comida con tal de sentirla.
Nada.
No aparecía la Ginger.
Tuvimos que entrarnos a casa obligado, ya anochecía,  no se veía mucho afuera y a esas alturas yo temía encontrar el cadáver y no iba a permitir que los niños la vieran muerta.
Al día siguiente, lo mismo.
Dimos  vueltas y vueltas, ahora sólo con mi hija mayor, previéndo algo malo... y sentimos un llanto...
¡Es la Ginger!
_ GINGER!!!! DONDE ESTÁS!!!!! GIIIIIIIINNNNNNNNGEEEEEEEEEEEEERRRRR!
Y los auuuu auuuu se sentían cada vez más nítidos...
Ahí estaba la pequeña, en la parcela del lado, en un hoyo.
Pasó que por callejera, fué a explorar a la parcela de al lado. Allí iban a construír una casa, y dejaron las zanjas abiertas (las muertas les llaman los entendidos en construcción de casas) zanjas perfectas para esconder perritos.
Como la Ginger tenía las patas tan cortas, no era capaz de salir de la zanja, asi que se tuvo que conformar con aullar, hasta que la encontramos.
Estaba sana y salva, algo hambrienta, pero feliz.
Nos movía con tanta alegría su colita, tan contenta, nos langüetiaba, saltaba con sus cortas patas, lo que no pudo saltar dentro de la famosa "muerta".
Volvimos a casa, pero lejos, la más alborotada era la Melanie.
Había vuelto su hermana, ella siempre supo dónde estaba, pero la muy lesa no nos llevó a ella... no supo.
Pero fue un final feliz, con la Ginger y la Mélanie y la Jo juntas nuevamente.

El trío dinámico.
Una coja, y otras con patas cortas jajaja.

lunes, 24 de mayo de 2010

La Jo

Un buen día, a finales de un verano, estábamos acomodándonos luego de una de las varias mudanzas que llevábamos en el cuerpo, que para ser explícita creo que era como la número 15 de mi vida,  y como bien reza el refrán "casa nueva, vida nueva" llegó de regalo una cachorrita negra, pequeñita, tendría un mes y medio de vida, de regalo para mi Tomás que contaba en esos entonces los siete añitos.
Había llegado la Jo a nuestra vida.
Su nombre verdadero es Josefina, pero la costumbre, la vida diaria y todas esas cosas, la dejaron como la Jo. Salvo que sea para retarla o algo así, nunca es Josefina.
La Jo tiene sus historias.
Resulta que como vivíamos en una parcela, con potreros alrededor, la Jo pronto, cuando el porte la acompañó, se fue a experimentar la vida, a conocer los alrededores, a desaparecer durante horas, a llegar sólo a tiempo para su comida (cita a la que jamás falla) y a matar las gallinas del vecino. Así no más fue. Tal como lo leen. A la linda le gustó esto de andar matando pollos. 
Pero la historia feliz de la Jo iba a tener un traspié, en el amplio sentido de la palabra.
Un día de callejeo, o potrerío se podría decir,  volvió con una pata muy hinchada y por supuesto cojeando. Todos, pero todos en la familia le preguntamos qué le había sucedido...bueno, la comunicación lingüística no es muy fluída con los perros pero la sensitiva sí, así que llegamos a la conclusión por las caras que nos ponía y por todas las historias que nos contó con sus guaus y guaus, que uno de los animales que circulaban por los potreros, léase vacas, bueyes, yeguas y caballos, la tenía que haber pateado.
Como es de presumir, vino el veterinario un par de veces, siempre esperando que los antiinflamatorios hicieran efecto. 
Resumiendo, perdió la pata. No sin antes una cuota de drama, porque primero perdió la sensibilidad, por esto se hirió y no sintió nada y luego optó por lo peor... autofagia... Bueno, hubo que amputarle la pata y ahora es una coja feliz. 
 Lo bueno es que se adaptó muy bien a sus tres patas. Corre como el viento, mejor dicho corría, porque ahora, algo más vieja y gorda, está más flojonaza. 
Lo callejera no se le quitó hasta la fecha. Y como dice otro buen refrán "no hay que enseñarle trucos nuevos a perro viejo", o el que le queda mejor, "el que nace chicharra muere cantando" jeje.




Chancaca

.... Días después, estaba colgando la ropa en los tendederos del patio, cuerdas improvisadas entre algunos árboles cuando siento algún ruido extraño hacia el terreno que daba al norte, era literalmente como si alguien se estuviera burlando de mí... era una especie de risa fingida y algo aspirada : HA JA HA.... HA JA HA... Obviamente me puse en alerta y refugiada como estaba en los arbolitos husmié y traté de inclinarme a ver si lograba sorprender al que me estaba jugando una broma... mis niños no andaban por ahí, ni un alma... niños cercanos tampoco pero me pareció que había gente cerca de la casa del vecino... agazapada contemplaba con el oído agudo y volvía a sentir HA JA HA ... HA JA HA.... pero era muy cerca, me volví apurada para revisar tras mi espalda y nada....
Estaba quemada, ¿quién se estaba burlando de mí y tan cerca, y luego se iba? y por más que yo buscaba no encontraba a nadie... ¿cómo los niños del vecino iban a ser tan patudos?
El instinto me hizo por fin agarrar mi teléfono celular y llamar a mi adorado tormento, que lejos estaba pero algo podría consolarme al menos...

_ Hola amor...
_ Hola! ¿Cómo estás?
_...Bien.... ¿Oye?
_ ¿Sí?

Y no me animaba a contarle, ahora más precavida después de mi bochornoso impass con los sapitos...
¿cómo le iba a preguntar quién se estaba riendo de mí si él estaba tan lejos!!! era tan tonto de mi parte!!! ayyyy me sentía tan estúpida pero ahí estaba la risa de nuevo...

_ Hay!!! Arnoldo... (y me decido) ¿ habrá algún animal que suene como si se estuvieran burlando o riendo de uno? (esa fue la salida más inteligente que se me ocurrió...)

__ ja ja ja (del otro lado, la risa de Arnoldo).. y te dice como "chancaca"?
_ no, me dice como HA JA HA
__ Síiiii !!! (se ríe el feliz) es "chancaca" "chancaca" son las Codornices Marcelita, no te preocupes jajajajaj...

_¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿LAS CODORNICES??????!!!!! Y yo como santa estúpida buscando quién se reía de mí... ¿cómo unos pajaritos tan lindos y pequeños tienen un canto tan feo?

Bueno, eran las codornices. Agradecí infinitamente que estuviera sola, porque me acuerdo de mi reacción y me pongo colorá como tomate!!! qué tonta!!! y por unos pajaritos!!! jajajajja 

¿Qué es ese ruido?

Como saben muchos, no sabrán otros muchos, yo siempre fui citadina, hasta hace unos años atrás, que decidimos como familia emigrar hacia el campo, para luego llegar acá al sur de Chile.
Podrán imaginar, cúanta historia hay en este acostumbrarse de la ciudad a la no ciudad...
Una de ellas, le recordé en estos días y no me resistí de contárselas...

Érase una vez, yo, en medio de una parcela, viviendo por primera vez en el campo, en un sector donde alrededor de mi casa era mucha parcela colindante, algunas casas lejanas, y cerca un arroyo con una hilera de eucaliptus muy altos. Bonito lugar, se podía ver alguna vaca pastando y diversos animalillos por ahí, como conejos, ratones etc.
Como era campo, el agua se daba por medio de pozo y su correspondiente bomba, lo cual aprendí rápidamente que las fugas o llaves mal cerradas aumentaba en forma salvaje la cuenta de la luz, por lo que me pasaba muy pendiente de los ruidos que hacía el "hidropack". En realidad nunca he vuelto a disfrutar de tanto silencio como en aquella casa. Si un vecino ponía la radio, yo la escuchaba!!!! y eso que vivía al menos a trescientos metros del más cercano...
Bueno la cosa es que una noche sentí un ruido que me alertó, sonaba igual que la correa del alternador del auto cuando ya hay que cambiarla... recorrí la casa revisando todo y no encontré nada... al día siguiente lo mismo.... y nada. Arnoldo para variar no estaba, en esa época llegaba cada 15 días a la casa por trabajo. Así que buscaba y no entendía qué era lo que sonaba... y era lejano pero lo más curioso, es que paraba el sonido y luego se reanudaba... siempre empezaba a eso de las siete de la tarde. Bueno, así pasó una semana...
Cuando por fin estaba Arnoldo en casa, paseábamos por el jardín, (ya lo tenía mareado con eso del ruido) yo le decía, pero si Arnoldo, es como un motor, como una correa... nadie escuchaba nada.... ese día paseábamos y empieza el ruido... y yo le digo
-Amor!!! ese es el ruido escucha escucha!!!
-Cuál Marce, yo no escucho nada!!
-Pero cómo no vas a escuchar... (y el ruido cesaba ante mi impotencia)..
-Ahí está de nuevo!!! escucha
-Marce ¿cuál???
Yo ya quemada, porque cómo iba a ser la única que escuchaba a estas alturas el "maldito motor"
Le digo nuevamente, escucha, va a empezar.... y nos quedamos en silencio en la noche, total silencio esperando cuando empieza fuerte nuevamente y yo le grito feliz
_ESE ESE ES EL RUIDO!!!
y de respuesta recibo una risotada!!! Arnoldo reía y reía!!! y yo desconcertada me reía con él.... y me dice
-Marce!!! si esos son los sapitos!!!!
Wuaaaaa qué risa, pensé que me estaba tomando el pelo, y le digo
¿Cómo que sapitos Arnoldo? ¿cómo los sapitos van a sonar como motor!!!!???
¿¿y se van a poner todos de acuerdo para cantar todos juntos y de una????

y Arnoldo me dá un beso y me dice,
Sí Marce, así son los sapitos!!!